¿Existe el dualismo sacro/secular o Dios gobierna todos los asuntos de los hombres?
He llegado a la conclusión que tanto la Iglesia como el Estado sirven a un mismo propósito, la Gloria de Dios. De acuerdo con su voluntad Dios ha constituido estos dos órganos sociales que rigen la vida del hombre. Pero no hay que confundirlos porque cada uno tiene su función. Es función del Estado velar por el establecimiento de un orden social, con normas, leyes y gobernantes (independiente de si está en relación con lo establecido por Dios para sus escogidos). Es función de la Iglesia administrar la verdad de Dios para sus escogidos. De tal forma que el hombre natural aceptará lo establecido por el Estado, pero nunca lo establecido por Dios. Empero, el hombre espiritual estará sujeto a la Iglesia y al Estado siempre que esto no comprometa su fe. Entonces, ¿De qué forma sirve el Estado a Dios? Pues el Estado debe ser garante de los derechos fundamentales de todo hombre (natural o espiritual), a la vida, a la propiedad, a la libertad de culto, de expresión y participación en asuntos importantes de la política que los gobierna. Además, la existencia de un correcto orden sociopolítico garantiza la predicación del Evangelio de Cristo y la expansión de la palabra de Dios.
¿Y qué hay con esos Estados que prohíben la predicación de la palabra de Dios? Dios ordena los tiempos y las edades siguiendo un solo propósito, su glorificación. Recuerden lo que hizo con Faraón, como lo levantó para mostrar su poder en él y con ello su Nombre fue anunciado por toda la tierra. Porque laico o no, natural o espiritual, rico o pobre, condenado o salvo, todos sirven al propósito de Dios.
Así que, no votaré pensando en un candidato que tenga la intención de convertir a Colombia en una gran Iglesia, suprimiendo el derecho a la libertad de muchos que por naturaleza no se sujetarán a la voluntad de Dios, sabiendo que el hombre natural no percibe las cosas espirituales. Votaré por un candidato que garantice el cumplimiento de las leyes constitucionales, que vele por los derechos humanos y luche por la libertad, tanto de conciencia como de credo. Con ello no se pondrá en riesgo el orden social que nos permite estar en este mundo sirviendo a Dios plenamente convencidos de que nuestra ciudadanía está en los cielos.
«Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas» (Romanos 13:1).
AUTOR: CARLOS MAURO FERRER
EDITADO POR CARLOS MARIO MORENO
