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La libertad de conciencia en el verdadero culto.


Sólo Dios tiene la autoridad legítima sobre la conciencia y sólo su Palabra rige sobre ella, Dios es Señor de la conciencia. Fuimos “comprados por precio” y no debemos ser “esclavos de nadie” (1 Corintios 7:23). La Palabra de Dios es la única que puede legislar en la conciencia de las personas, nada fuera de ella puede coartar, obligar u oprimir la conciencia pues Jesucristo compró nuestra libertad para pertenecerle a Él y esclavizarnos a su voluntad. Así que, nada ni nadie a parte de la Palabra de Dios puede obligar a actuar a otros en contra de su conciencia porque es pecado.


Dios requiere y manda que lo adoremos como él lo ha revelado en sus Escrituras, en el culto a Dios nadie puede ordenar otra cosa aparte de lo que ya Él mandó. En el culto como en la conciencia nadie nos puede obligar a hacer otra cosa de lo que la Biblia manda. Así que, la verdadera adoración aprueba el derecho de la libertad de conciencia al no dejarnos someter a otro mandamiento sino el de Dios. Entonces, demandar de una persona que haga algo en el culto corporativo a Dios, contrario a lo que Dios ha ordenado es un grave pecado.


En la actualidad estamos contemplando como muchas denominaciones protestantes están abusando de los feligreses subyugándolos a un grupo de elementos en sus cultos que no son bíblicos. De esta manera ellos cautivan la conciencia de las personas, tal es una muestra de la adoración apóstata que tiene su culto. Hemos aprendido por la Biblia que Dios nos ha hecho libres con el propósito de que podamos cumplir con sus mandamientos, es de esta manera que disfrutamos de la libertad cuando vivimos de acuerdo a la verdad de Dios, en el culto está la presencia de Jesús por medio del Espíritu Santo que prometió que estaría donde se reúnen dos o tres en su Nombre y donde está el Espíritu de Dios hay libertad. Pero, libertad no para hacer lo que se nos ocurra sino lo que Dios manda.


En algunos casos, como el de las iglesias neo pentecostales, los líderes solicitan que la congregación haga algunas actividades como adoración; pero estas actividades no son pedidas o mandadas por Dios en su Palabra. Por lo tanto, es un abuso a la conciencia de las personas solicitarles o pedirles que hagan algo para Dios, cuando tal orden Dios no la ha dado. Para que en las iglesia reformadas y bíblicas se respete a los hijos de Dios y sus conciencias, los dirigentes deben enseñar siempre la verdad revelada en las Escrituras porque solo de esta forma el creyente puede observar y conocer lo que Dios está pidiendo como adoración y así cada cristiano pueda rendirle un verdadero culto a Dios.

La ignorancia a la Palabra de Dios puede llevar a un creyente a dejarse someter por otros a tipos de adoraciones falsas, a idolatrías y blasfemias que el verdadero creyente no desearía hacer. Por lo cual es imperativo que estudiemos la Palabra del Señor, que indaguemos acerca de su Ley como hacía David cuyo ejemplo de verdadero adorador tenemos y su logro se debe a que buscó diligentemente en la Ley de Dios como quería Él ser alabado y adorado (Salmos 119: 44-45).

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