La gloria del Señor llenó la casa
“Cuando Salomón acabó de orar, descendió fuego de los cielos, y consumió el holocausto y las víctimas; y la gloria del Señor llenó la casa. Y no podían entrar los sacerdotes en la casa del Señor, porque la gloria del Señor había llenado la casa de Dios” (2 Crónicas 7:1-2).
La escena debe haber sido un espectáculo para la vista. Toda la congregación de Israel, y el rey Salomón de rodillas en la plataforma de bronce con las vestiduras reales que lo cubrían y sus manos levantadas al cielo, comienza a orar un ruego de dedicación al Señor por la terminación del Templo. Este templo fue el único templo conocido por el hombre en el que el único y verdadero Dios residió y habitó en medio de su pueblo. Fue una tarea dada a Salomón por su padre David y sería un lugar de culto al Dios de Israel. Esta tarea era colosal, comprendía mucha planificación y mucho trabajo. Una fuerza de trabajo de alrededor de 30.000 personas se empleó solo en el corte de la madera que venía de los cedros del Líbano. Hubo 80.000 cortadores de piedra y otros 70.000 trabajadores involucrados. Tomó siete años en completarse, y fue sin lugar a dudas, el edificio más caro que el mundo había visto nunca. Ninguna otra nación poseía este conocimiento de Dios, ni ninguna otra nación puede poseer este conocimiento. Empero, sólo a través de la revelación.
El sacrificio: Un tipo de la Cruz
Cuando Salomón terminó de orar, con todo el pueblo de Israel postrado ante el Señor, el holocausto preparado sobre el altar, la Escritura nos dice que el fuego de Dios cayó del cielo y consumió el holocausto, así como todos los sacrificios. Lo que tipifica la obra que Jesucristo haría en el Calvario. Todo esto era un tipo de los juicios de Dios, que deberían haber llegado a ustedes y a mí. Pero, en cambio, cayó sobre Jesús. Él fue el sacrificio perfecto, y el único sacrificio que podría haber sido aceptado. Él es el Cordero de Dios, como dice Juan el Bautista, y con su sacrificio completamente redimirá a los hijos perdidos de la raza caída de Adán. Él rescató nuestras almas de esa subasta del pecado y cambió nuestro mundo, al menos para aquellos que han de creído. Él llevó cautiva la cautividad, venciendo a la muerte, el infierno y la tumba, rompiendo el control del pecado sobre nuestras vidas.
“La gloria del Señor llenó la casa”
Cuando los sacrificios fueron consumidos, la Biblia nos dice que la gloria del Señor llenó el templo. Esto demuestra la aceptación divina del Señor a los sacrificios, hasta que Cristo venga a ofrecerse como aquel gran sacrificio eterno para todo su pueblo. El fuego de Dios desde el cielo ha caído varias veces en estas ocasiones (Génesis 4:4, 15:17; Levíticos 9:24; I Crónicas 21:26). ¿Qué significa todo esto? Pues que la única manera de recibir la gloria del Señor y que llene nuestra casa, es mirar exclusivamente hacia el Calvario. De hecho, la Gloria del Señor sólo puede lograrse a través del Calvario. No puede descansar sobre cualquier otra cosa excepto el Calvario. Debemos poner la preeminencia en el Calvario. Pero, lamentablemente, la mayoría de los grupos modernos de jóvenes en este país han puesto el Calvario en un segundo plano, por así decirlo. La mayoría han optado por una sexualidad desenfrenada y el libertinaje, que no son aceptados por Dios, ni nunca podrían ser aceptados por Dios. En resumen, la Gloria del Señor se ha ido, o peor aún, nunca ha llenado esos lugares. El Calvario es el medio por el cual podemos tener la gloria del Señor llenando nuestras casas.
La fuerza de la Iglesia se basa en la sangre derramada del cordero. La Biblia nos habla de la asombrosa cantidad de sacrificios que Salomón ofreció al Señor, de tal modo sorprendente que el valle de Cedrón, que estaba entre el Monte de los Olivos y el sitio del Templo, se tiñó de rojo con la sangre. Salomón ofreció 22.000 bueyes y 120.000 ovejas para el sacrificio. Sin embargo, no importa la cantidad que se ofreció ese día, nunca sería capaz de retratar el Calvario. La razón, como está escrito en el décimo capítulo de Hebreos es, “que la sangre de toros y machos cabríos no puede quitar los pecados”. Esas sólo podían cubrir los pecados. Este evento se realizó como un tipo y una sombra del Cordero de Dios, que le quitaría todos los pecados al mundo (Juan 1:29).
Todo esto fue orquestado por Salomón para mostrar a Israel que su fuerza no estaba en su poderío militar, ni en sus líderes religiosos, pero la fuerza y la bendición de Israel se construyó sobre el fundamento de la sangre derramada del Cordero. Si eso era cierto entonces, ¿cuánto más debe entenderlo la Iglesia ahora? La fuerza y la bendición de la Iglesia no está en las modas, o cuántas personas están llenando las bancas, o cuánto dinero está en el banco. La fuerza y la bendición de la iglesia en lo único que se encuentran es en la obra terminada de Cristo.
Sin una base adecuada, la Iglesia se iría en la siguiente moda o ideología que al hombre se le ocurra. La iglesia moderna, así como los grupos de jóvenes modernos, deben volver al Calvario. No pueden sobrevivir sin la sangre del Cordero como su fundamento. Sólo se encuentran en peligro, que es exactamente donde la iglesia moderna y los modernos grupos de jóvenes se encuentran en la actualidad.
Después que los sacrificios fueron completados, el pueblo de Israel fue enviado a sus hogares, “alegres y gozosos de corazón por los beneficios que el Señor había mostrado a David y a Salomón, y a su pueblo Israel” (vs. 10). Debemos entender que el gozo y la alegría de corazón siguen siempre al culto adecuado que está anclado en la Cruz de Cristo. La obediencia a la Palabra de Dios, que nos señala a la Cruz de Cristo, siempre produce alegría y gozo. Esto no es algo que el dinero puede comprar, ni se puede heredar o alcanzar. Pero todo se hace por la fe: la fe en la obra terminada de Cristo.
TRADUCIDO Y EDITADO POR CARLOS MARIO MORENO